Al comenzar el Año Nuevo, se hace necesario darse un tiempo para reflexionar sobre la vivencias pasadas y sobre los planes para el futuro, eventos importantes que definirán el rumbo de la vida.
Valcelí Leite, pastor y terapeuta, hizo un comentario sobre el Año Nuevo, señalando que esta celebración varía en todo el mundo, pero que hay algo universal en este período: el deseo de renovación.
Como cristianos, se nos invita a ir más allá de contar el tiempo y buscar un significado más profundo. El apóstol Pablo, en Romanos 14:5 (NVI), nos recuerda: "Hay quienes consideran un día más sagrado que otro; hay quienes consideran todos los días iguales. Cada uno debe estar plenamente convencido en su propia mente".
Este versículo nos desafía no solo a honrar el Año Nuevo como un evento simbólico, sino a usar cada día como una oportunidad para vivir para la gloria de Dios, especialmente en el contexto familiar.
El tiempo es uno de los mayores dones que recibimos de Dios. Cada año que comienza es una oportunidad para empezar de nuevo, renovarse y construir algo nuevo. Sin embargo, Pablo nos advierte que no atribuyamos significados vacíos a los días, sino que vivamos plenamente convencidos de lo que creemos.
Esto es especialmente cierto para las familias. Con demasiada frecuencia, comenzamos el Año Nuevo con promesas y resoluciones que no se cumplen. ¿Por qué sucede esto? Quizás porque nos centramos más en los cambios externos que en las transformaciones internas y relacionales.
La familia es el espacio donde aprendemos las primeras lecciones sobre la convivencia, el amor y el compromiso. También es el lugar donde nuestros defectos e imperfecciones se hacen más evidentes, pero es allí donde Dios obra grandes transformaciones.
Salvador Minuchin, en terapia familiar estructural, enfatiza que las familias sanas tienen estructuras claras y adaptables. Cuando una familia se compromete a cambiar junta, los resultados son más profundos y duraderos. El Año Nuevo, entonces, puede ser el hito de esta renovación colectiva.
Evaluando el año que pasó
Antes de mirar hacia el futuro, es importante reflexionar sobre el pasado. Como familia, tómense un momento para responder preguntas como:
- ¿Cuáles fueron nuestros mayores desafíos este año?
- ¿Cómo enfrentamos juntos estos desafíos?
- ¿Qué podemos hacer diferente el próximo año?
Minuchin sugiere que los momentos de crisis, aunque difíciles, pueden convertirse en oportunidades de crecimiento. Por lo tanto, en lugar de lamentar los errores del pasado, debemos usarlos como puntos de aprendizaje para fortalecer nuestros vínculos.
La Biblia también nos enseña a mirar hacia atrás con gratitud. En el Salmo 103:2 (NVI), leemos: "¡Que el Señor bendiga mi alma! ¡No olvides ninguna de tus bendiciones!"
Los propósitos de Año Nuevo suelen centrarse en objetivos individuales, como perder peso o ahorrar dinero. Si bien son válidos, pueden ampliarse para incluir propósitos familiares que promuevan el crecimiento espiritual y emocional.
Sugerencias para resoluciones familiares:
1. Crea espacios para el diálogo: Reserva un tiempo cada semana para conversaciones familiares, sin distracciones tecnológicas.
2. Fortalecer la Espiritualidad: Establecer el hábito de lectura de la Biblia y oración grupal. Romanos 12:12 (NVI) nos exhorta: "Alegraos en la esperanza, sed pacientes en la tribulación, perseverad en la oración".
3. Practica la Gratitud: Haz una lista de las bendiciones recibidas y comparte momentos de gratitud en familia.
4. Servir Juntos: Involúcrate en un proyecto comunitario que permita a la familia servir como cuerpo de Cristo.
Consejos para una celebración familiar significativa del Año Nuevo
Incluya un tiempo de reflexión espiritual: antes de la cuenta regresiva, lean juntos un versículo y digan una oración de gratitud y entrega.
Comparta testimonios: cada miembro puede compartir una experiencia memorable del año pasado.
Planifiquen juntos: establezcan una meta colectiva para el próximo año, como servir más en la iglesia o pasar más tiempo de calidad juntos.
Más que una cita
En este Año Nuevo, reflexionemos sobre lo que significa vivir para la gloria de Dios en nuestras familias. Más que una fecha en el calendario, el Año Nuevo es una invitación a reevaluar nuestras prioridades y renovar nuestros compromisos con Dios y con los que amamos.
Que el año comienza traiga no solo cambios externos, sino también una transformación interna que resuene en nuestros hogares.
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