Al escuchar de un misionero que Jesús murió por sus pecados, la señora dijo que nunca había conocido tal amor. Ella recibió a Cristo con lágrimas y fue bautizada.
Una mujer de 100 años aceptó a Jesús en un pueblo remoto en Perú a través del evangelismo del ministerio Christian Aid Mission.
Recientemente, un misionero del ministerio visitó la cabaña de la anciana y compartió con ella las Buenas Nuevas del Evangelio. Admirada, la mujer dijo que nunca había oído hablar de un amor tan grande que alguien diera su vida por sus pecados.
Sin embargo, confesó que pensaba que era demasiado tarde para ser salvada por Cristo.
“Cuando era joven, cometí muchos pecados y amaba el sol y la luna. ¿Puede Dios todavía salvarme? Soy vieja y no puedo pagar nada por eso”, le dijo al misionero.
El líder explicó que Jesús perdonaría sus errores pasados y que no había necesidad de pagar por la salvación, dada por Dios de forma gratuita.
“Luego, entre lágrimas, entregó su vida a Jesús. Empezó a tomar clases de discipulado y, cuando terminó, estaba ansiosa por bautizarse. Entonces, fueron al río más cercano para la ceremonia del bautismo”, testificó el líder de Christian Aid en Perú.
Después de bajar a las aguas para dar testimonio público de su fe en Cristo, la centenaria declaró: “¡Nunca es demasiado tarde para nacer de nuevo y convertirse en hija de Dios!”.
Misiones en Perú
Incluso cuando enfrentan los desafíos de la pandemia, la pobreza y la persecución, los misioneros de Christian Aid Mission están llevando el Evangelio a personas de todas las edades en Perú.
El ministerio mantiene un centro de alimentación infantil en el país andino, donde cada semana ayudan a niños en vulnerabilidad social, con apoyo escolar y evangelización.
“Para sostener económicamente a sus familias, muchos niños comenzaron a trabajar, vendiendo dulces, refrescos y similares en las calles”, explicó el líder de la misión.
“Ellos no quieren estudiar, entonces con mucha paciencia los visitamos en sus casas, compartiendo la importancia de estudiar en la escuela, y también sensibilizamos a sus padres”.
En un pueblo, con el cierre de iglesias durante la pandemia de Covid-19, el misionero local colocó un megáfono en el techo del templo para tener un servicio, con predicación, alabanza y llamado a recibir a Cristo.
“Antes de la pandemia se reunían en la iglesia de 8 a 10 ancianos. En esos meses, 15 personas nuevas aceptaron a Jesús como su Salvador. La congregación se dedica a predicar a los hijos, nietos y vecinos para que conozcan el amor de Dios”, destacó el líder de la misión.
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