El pastor y escritor Max Lucado dijo que el dramático aumento de suicidios en las últimas dos décadas se debe en parte a la falta de esperanza derivada del aumento del secularismo en los Estados Unidos.
"Creo que es el precio que pagamos por el secularismo", dijo, explicando que el secularismo promueve la idea de que "toda la vida es lo que sucede entre el nacimiento y la muerte". Y añade: "No hay poder divino, no hay razón para estar aquí, no hay razón para vivir", dijo.
“Esta visión del mundo te quita la esperanza y crea una sociedad amargada”, advirtió Lucado. “Nos preguntamos por qué la tasa de suicidios aumentó un 24% desde 1999. Esto es una epidemia”, dijo. "Sé que es un tema complejo y no quiero simplificarlo demasiado, pero parte de la razón es que nos estamos muriendo por falta de esperanza. Simplemente no hay esperanza. Pero si puedes tener esperanza, cambias el mundo".
"Nosotros, como cristianos, creemos que no fuimos creados para vivir con cáncer, enfermedad, amargura y hostilidad. Alguien vendrá por nosotros", dijo. "Hay una misión de rescate que se está llevando a cabo y eso me levanta el ánimo. La vida puede ser difícil, pero si creo que alguien vendrá alguna vez, me da esperanza. La esperanza lo cambia todo", dijo.
Promesas de Dios
Lucado enfatizó que todos construimos nuestra vida, ya sea sobre los problemas de la vida o sobre las promesas de Dios. "Creo que para cada problema en la vida, hay una promesa de Dios", dijo. "¿Te sientes solo? Dios te hizo una promesa, estaré contigo siempre, hasta lo último de la tierra".
“¿Necesitas que alguien hable por ti? Jesús hace la promesa, Él está a la diestra de Dios y también intercede por nosotros. Una de mis promesas favoritas se encuentra en el libro de los Salmos: 'El llanto puede durar toda la noche, pero la alegría llega por la mañana'. El mañana llegará. No tan rápido como queremos".
Para ilustrar su punto, Lucado contó la historia de María Magdalena, una mujer que tenía siete demonios dentro de ella antes de conocer a Jesús. Sin embargo, a pesar de su pasado turbulento, viajó con Jesús como una de sus seguidoras y fue testigo de su crucifixión, sepultura y resurrección.
"La alegría viene cuando Jesús viene", dijo. "Y si no lo entendemos al principio, está bien. Si no lo reconocemos al principio, está bien, Él permanecerá hasta que lo entendamos. Tu nombre no está enterrado en algún archivo celestial. Dios no necesita una insignia para acordarse de ti. Eres todo para Él", concluyó.
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