Phelps, con 18 medallas de oro ganadas en cuatro olimpiadas, sufrió una crisis emocional en el 2004, que le llevó a pensar en el suicidio como solución a los problemas, dijo en una entrevista con la revista ESPN.
Todo empezó cuando algunos medios escritos publicaron en sus sitios web, una foto donde Phelps supuestamente aparecía consumiendo drogas. También fue detenido por la policía dos veces por conducir en estado de ebriedad, lo que hizo que su vida "toque fondo".
"Yo era un tren fuera de control. Era como una bomba de tiempo que en cualquier momento explotaba. Mi autoestima estaba por los suelos y no deseaba vivir. Me sentí perdido", dijo Michael Phelps a ESPN, según publica Christian Today.
Mientras que los días pasaban, Phelps se aisló y sólo pensaba en los errores que cometió, en las cosas tontas que hizo y cómo su vida se estaba destruyendo. "Tal vez el mundo sería mejor sin mí", dijo en esa oportunidad.
Afortunadamente, su amigo Ray Lewis, que es cristiano y estrella de la liga de fútbol americano, le ayudó a salir de esta situación, dándole este consejo: "Este es el tiempo en que luchamos. Es el momento que se muestra el verdadero carácter. No te rindas. Si renuncias, te perderás".
Lewis, convenció a Phelps en buscar ayuda profesional en una clínica de rehabilitación, cerca de Phoenix, a lo que Phelps aceptó. Lewis le dijo cómo la vida puede ser hermosa si nos aferramos a Dios y confiamos en sus promesas, a la vez que le entregó el libro "Una Vida con Propósito" de Rick Warren.
Después que Phelps salió de la clínica, entendió que Dios tiene el poder de cambiar cualquier situación difícil y que existe un propósito para su vida en este mundo. Buscó a su padre para reconciliarse con él, porque éste lo había abandonado cuando era un niño. Cuando padre e hijo se encontraron por primera vez, después de tantos años, se reconciliaron en un fuerte abrazo. AcontecerCristiano.Net
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