Con cánticos y rezos festivos, una marea cristiana armada con palmas y ramas de olivo rememoró ayer la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén, en una ceremonia que marcó el inicio de la Pascua en Tierra Santa.
La colorida procesión arrancó a primera hora de la tarde de la iglesia franciscana de Betfagé, en el Monte de los Olivos, que descendió lentamente hasta la Iglesia de Santa Ana, en la Vía Dolorosa de la antigua ciudadela amurallada.
Los fieles, una mezcla de palestinos locales y peregrinos venidos de lugares tan dispares como Venezuela, Corea del Sur o EE.UU., cubrieron el recorrido entre "hosannas", cánticos y ritmos, pasando junto a los escenarios de la Pasión en el Getsemaní.
Pese a su diversidad de lenguas y tradiciones, un sentimiento parecía unir a todos los presentes: la alegría y unicidad de vivir la jornada más festiva de la Pascua precisamente en el lugar donde hace dos milenios tuvo lugar el acontecimiento que se rememora.
"Estas piedras hablan. Testimoniaron la vida terrena de Jesús. Ahora lo celebramos en la fe en todo el mundo y es también importante, pero en este lugar las piedras hablan de la historia de Jesús", aseguró frente a la iglesia de Betfagé el cura portugués Johnny Freire. AcontecerCristiano.Net
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