"A mí no me acusó nadie, fue mi propia conciencia. Yo le rendí un informe al juzgado en el que, con vergüenza, confesé haberme apropiado de 120 millones de pesos que metí en pirámides para pagar deudas que tenía y por las cuales me habían amenazado".
El pastor evangélico de 70 años de la Misión Gran Águila de Chiquinquirá, era el encargado de arrendar el Hotel Sarabita y reportar los ingresos del arrendamiento.
Por el contrario, sustrajo el dinero del arrendamiento del hotel para invertirlo y así ganar más dinero, pues lo que dice el pastor es que tenía muchas deudas y estaba amenazado.
"Fui uno de los tantos que cayeron llevados por la codicia, por querer ganar algo. Uno siempre debe tener aspiraciones de superarse económicamente y darle una mejor vida a la familia. Caí en esa debilidad, soy un ser humano y cometí un error", expresó.
"Era una situación desesperante para mí. Tenía muchos acreedores a los que también les había pedido plata (unos 130 millones) y me había quedado sin un peso y por eso me estaban amenazando. Hice esto por instinto de conservación", relata Hernández.
"Estoy dispuesto a pagar. No pienso quedarme con un solo peso, ni irme de Chiquinquirá, sino hacerle frente al proceso que va a venir en mi contra", dice y asegura que pronto saldará la deuda gracias a la venta de algunos bienes que tiene y de los de una hija, los mismos que según él, no pudo vender antes, pues no encontraba cliente rápido y no tenía tiempo ya que las amenazas eran constantes y en todo lugar. "Me cobraban y yo no les podía pagar", dijo.
"Todos los seres humanos hemos cometido algún error. Le pido perdón a quienes depositaron su confianza en mí y de la cual yo abusé, a mi familia y a Chiquinquirá", manifiesta. Pero el pastor también aprovecha para mandarle un mensaje a quienes lo "crucificaron". "El que esté libre de pecado que lance la primera piedra", sentenció. AcontecerCristiano.Net
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