El astronauta estadounidense Neil Armstrong, primer hombre en pisar la luna, falleció este sábado a los 82 años, según informaron sus familiares.
Armstrong había sido recientemente sometido a una operación del corazón por una obstrucción arterial con resultados satisfactorios, poco después de celebrar su cumpleaños número 82 en agosto pasado.
El astronauta había crecido en Ohio donde obtuvo su licencia de piloto cuando todavía era un niño. En 1962 se unió al programa astronauta de la NASA, tras haber participado de varias misiones durante la Guerra de Corea, en la que se convirtió en piloto de prueba.
Su célebre frase "Es un pequeño paso para el hombre, pero un salto grande para la humanidad", pronunciada después de pisar la superficie polvorienta de la Luna, lo hizo pasar a la historia, junto con un cráter lunar a 50 kilómetros del lugar de aterrizaje que lleva su nombre.
Menos conocido es el hecho de que su pulso se midió a 150 latidos por minuto mientras guiaba el vehículo de aterrizaje lunar a la superficie del satélite, según datos de la Nasa.
"La historia es una secuencia de hechos arbitrarios, por lo que el futuro es difícil de prever", declaró, "pero se puede intentar". En esa ocasión, el Comandante del Apolo 11 se centró en valorar el pasado y hacer un alegato en favor de la cooperación internacional en ayuda del progreso en la investigación y la exploración espacial.
En su última aparición pública, en noviembre de 2011, recibió junto a sus compañeros de la misión a la luna en julio de 1969, Buzz Aldrin y Michael Collins, la medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos.
Armstrong era un hombre profundamente cristiano. Quizá la historia más conocida en ese sentido es la que sucedió en Jerusalén en 1988.
Neil visitó Jerusalén ese año, y le pidió a Thomas Friedman, un profesor experto en arqueología bíblica que le hizo de guía por la ciudad, que le llevase a un lugar donde pudiese tener la certeza de que había caminado Jesucristo.
El profesor, una de cuyas alumnas, Ora Shlesinger, ha relatado la historia más de una vez, llevó a Armstrong a los restos de escaleras del templo construido por Herodes el Grande que aún se conservan. "Estos peldaños constituían la principal entrada al templo", le dijo: "No hay duda de que Jesús subió por ellos".
Armstrong se concentró entonces profundamente y oró durante un rato. Al terminar, se volvió a Friedman, y, emocionado, le dijo: "Para mí significa más haber pisado estas escaleras que haber pisado la Luna". AcontecerCristiano.Net
COMENTA: Murió Neil Armstrong, el cristiano que fue el primer hombre que pisó la Luna