Es un tema que involucra cuestiones éticas y algunos expertos están cuestionando el uso en niños de medicamentos y hormonas que bloquean la pubertad.
Una niña de ocho años de Los Angeles es un paciente típico. A los 18 meses anunció "yo varón" y se ha mantenido con esa creencia. La familia estaba anonadada pero ahora se refiere a ella como niño y están al tanto de las primeras señales de la pubertad para comenzar el tratamiento, dijo su madre a The Associated Press.
Los pediatras necesitan saber cómo existen estos niños y si merecen tratamiento, dijo el doctor Norman Spack, autor de uno de los tres reportes publicados el 20 de febrero y director de una de las primeras clínicas de identidad de género en el Hospital Infantil de Boston.
Cambiar los roles de género y ocasionalmente pretender ser del sexo opuesto es común entre los pequeños. Pero estos niños son diferentes. Ellos tienen certeza de que nacieron en el cuerpo equivocado.
Algunos son etiquetados con "afección de identidad de género", un diagnóstico psiquiátrico. Pero Spack es uno de los médicos que piensan que es un nombre poco apropiado. La investigación sugiere que es posible que tengan diferencias cerebrales más similares a las del sexo opuesto.
Spack calcula que uno de cada 10.000 niños tiene esta condición.
Ofrecer un tratamiento de cambio de sexo a niños menores de 18 años acarrea preocupaciones éticas y los motivos de los padres necesitan ser cuidadosamente examinados, opinó la doctora Margaret Moon, integrante del comité de bioética de la Academia Estadounidense de Pediatría. Ella no participó en ninguno de los reportes.
Algunos niños podrían tener un diagnóstico psiquiátrico cuando ellos únicamente están muy incómodos con la definición de los roles de género; o algunos podrían ser homosexuales y son obligados a recibir tratamiento porque los padres están más cómodos con un cambio de sexo que con un hijo homosexual, explicó Moon.
Es dañino "tener un tratamiento irreversible demasiado pronto", agregó la especialista.
Los médicos que dan el tratamiento dicen que demorarlo sería más dañino.
Estos niños algunas veces recurren a la automutilación para tratar de cambiar su anatomía; los otros dos reportes en el diario destacan que algunos enfrentan abuso físico y verbal y son propensos al estrés, depresión e intentos de suicidio. Spack considera que estos problemas desaparecen casi siempre en niños que han sido tratados y que se les permite vivir como el sexo opuesto.
Los reportes de Spack detallan que se ha cuadruplicado la cantidad de pacientes en el hospital de Boston. La clínica de Servicio de Manejo de Género, que abrió en el hospital en 2007, tiene un promedio de 19 pacientes por año, comparado con casi cuatro tratados anualmente en temas de género en el hospital en la década de 1990.El reporte detalla que 97 niñas y niños fueron atendidos entre 1998 y 2010; el más joven tenía cuatro años. Aquellos que son muy pequeños y sus familias reciben atención psicológica y se les da seguimiento hasta que aparecen las primeras señales de la pubertad, casi siempre entre los 11 y 12 años. Entonces los chicos reciben medicamentos para bloquear la pubertad con inyecciones mensuales que cuestan 1.000 dólares o con implantes en el brazo.
Los efectos de las drogas para bloquear la pubertad son irreversibles y la idea es dar a los niños tiempo para madurar emocionalmente y para estar seguros de que quieren un cambio de sexo permanente. De acuerdo con Stark sólo uno de 97 rechaza el tratamiento permanente.
Las hormonas sexuales, en especial en altas dosis y utilizadas durante mucho tiempo, pueden tener serios efectos secundarios como coágulos y cáncer. Spack dice que él utiliza dosis seguras pero que los pacientes deben ser monitoreados. Associated Press/ AcontecerCristiano.Net
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