El técnico José “Cheché” Hernández, José Amaya, Giovanni Hernández y el goleador Carlos Bacca fueron algunos de los que ofrecieron todas sus palabras y plegarias a un ser todopoderoso que les fue vital, según dijeron, para conseguir con Junior el más reciente título del torneo nacional.
Lo manifestaron a su manera, siguiendo una consigna. Es la fe y eso está a salvo de cualquier objeción. Al campeón, a “Junior, tu papá”, se le vio unido en torno a una creencia.
Por eso, al consumarse la conquista frente al Once Caldas, sus jugadores vistieron camisetas que taparon los colores, el escudo del equipo de Barranquilla y la publicidad de pastas La Muñeca. Con respeto lo digo: pareció también el triunfo de una iglesia cristiana y no el de una escuadra deportiva. El patrocinador perdió dinero. Y los símbolos de Junior visualmente se escondieron.
A pesar de las buenas intenciones, en la foto del recuerdo, en ese momento orgásmico que se da cuando se levanta una copa, no se pudo ver el rojo y el blanco de los representativos colores del Junior. Para la historia de la imagen quedó el blanco y un estampado negro en el pecho que reza: “La gloria es para Cristo”. AcontecerCristiano.Net
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