La ansiedad, la angustia, la depresión, la falta de tiempo para el ocio y la vida personal, son algunos de los principales males de las sociedades avanzadas, que están deteriorando el sistema inmunitario de las personas, las defensas del organismo. La consecuencia puede ser grave: la reducción de la esperanza de vida.
Este es uno de los asuntos tratados en el II Encuentro Científico de Investigación en Inmunología, celebrado recientemente en la Real Academia de Medicina de Madrid, con motivo de la conmemoración del día mundial de la Inmunología.
El estado de las células inmunitarias “es un marcador de nuestra salud y de nuestra longevidad”, afirma la doctora Mónica de la Fuente, catedrática de Fisiología de la Universidad Complutense de Madrid, quien insiste en que las personas que mantienen su sistema inmunitario en buenas condiciones viven más, según han comprobado con sus experimentos en ratones y en humanos.
El sistema inmunitario corre peligro cuando hay un excesivo y permanente estrés. El estrés (del inglés stress , ‘tensión’) es una reacción fisiológica del organismo en el que entran en juego diversos mecanismos de defensa para afrontar una situación que se percibe como amenazante o de demanda incrementada.
Aunque es una respuesta natural y necesaria para la supervivencia, hoy en día se confunde con una patología debido a que este mecanismo de defensa puede acabar, bajo determinadas circunstancias frecuentes en ciertos modos de vida, desencadenando problemas graves de salud.
Cuando esta respuesta natural se da en exceso se produce una sobrecarga de tensión que repercute en el organismo y provoca la aparición de enfermedades y anomalías patológicas que impiden el normal desarrollo y funcionamiento del cuerpo humano.
La vida actual, repleta de comodidades de las que los ciudadanos apenas si pueden disfrutar, representa para muchos tal estado de estrés que se ven amenazadas directamente su salud y, por tanto, sus expectativas de vida.
El objetivo de los estudios presentados en el II Encuentro Científico de Investigación en Inmunología, era conocer el comportamiento de diferentes parámetros de las células inmunitarias con la edad: “En ratones (que viven dos años de media) estudiamos cómo cambiaban esos parámetros a lo largo de su vida, y en personas se hicieron estudios transversales en diferentes décadas de los veinte a los ochenta. Los resultados demostraron que en ambos casos había una misma evolución de las funciones analizadas en los leucocitos (células del sistema inmunitario), y que individuos (ratones) que tenían esos parámetros prematuramente envejecidos morían antes, así como que los animales que llegaban a longevos y las personas centenarias mantenían esos parámetros con valores de adultos”, señala la doctora De la Fuente.
La investigadora señala que el estado funcional del sistema inmunitario es el mejor indicador de la salud y “el que marca nuestra edad biológica, que es la que determina la velocidad a la que estamos envejeciendo y, por tanto, nuestra longevidad”. Así, según las investigaciones realizadas, la edad biológica indica los potenciales años de vida, más allá de la edad cronológica. “La edad biológica está condicionada en un 75% por la calidad de vida y el resto, el 25%, por la genética” , explica la catedrática de Fisiología.
De ahí la importancia, insisten los expertos, de reforzar el sistema inmunitario con hábitos de vida saludables, que incluyen una alimentación equilibrada, la práctica de actividad física de forma moderada y evitar hábitos tóxicos como el tabaco y el exceso de alcohol.
El doctor Eduardo López Granados, coordinador del servicio de inmunología del hospital La Paz, insiste en la necesidad de apostar por la figura del especialista en inmunología clínica y por los proyectos de investigación en enfermedades de esta disciplina, “donde el inmunólogo puede asesorar y mejorar el diseño de ensayos clínicos y estudios transversales junto con otros especialistas”. En este sentido, el doctor José Ramón Regueiro, catedrático de Inmunología en la Universidad Complutense, reitera la necesidad de potenciar la investigación sobre el sistema inmunitario, clave para combatir las enfermedades autoinmunes y avanzar en tratamientos de cáncer y trasplantes de órganos.
El sistema inmunitario es uno de los grandes enigmas del cuerpo humano. Su papel primordial es la defensa de nuestro organismo frente a infecciones y enfermedades como el cáncer. Su buen estado es sinónimo de buena salud, según apuntan investigaciones de longevidad de la Universidad Complutense de Madrid.
Sin embargo, el comportamiento anormal del sistema inmunitario es el causante de las denominadas enfermedades autoinmunes, aquellas en las que las células encargadas de protegernos atacan a nuestro organismo y causan enfermedades de gran incidencia en la sociedad como la esclerosis múltiple, la artritis reumatoide, la diabetes Melitus tipo 1, la enfermedad de Crohn o la celiaca, entre otras. Se trata de enfermedades que merman la calidad de vida del paciente y que afectan al 4% de la población general, según datos del hospital Universitario de Salamanca.
En los últimos años se han disparado los casos de alergias y de afectados por enfermedades autoinmunes. Los expertos apuntan a que la razón de ese incremento habría que buscarla en los hábitos de vida occidental que están repercutiendo en las barreras naturales del organismo.
La Vanguardia. AcontecerCristiano.Net
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