Mientras en la central nuclear 1 de Fukushima (Daiichi) continúan sin tregua los esfuerzos para controlar la temperatura de sus reactores, la radiactividad en la zona se ha extendido a algunos alimentos como la leche, las espinacas o una verdura local similar conocida como "kakina".
El descubrimiento desató la alarma entre los consumidores pese a que el Gobierno insiste en que el nivel de radiación, si bien está por encima de los límites legales, no es dañina para la salud excepto si los alimentos se consumen de forma prolongada.
Como medida "de precaución" se restringió la distribución de leche, espinacas y "kakina" procedente de Fukushima, y en las provincias vecinas de Ibaraki, Gunma y Tochigi se limitó la venta de estas dos últimas verduras.
El ministro portavoz, Yukio Edano, instó a los ciudadanos a no caer en el pánico y actuar con calma y aseguró que los productos que ya salieron al mercado "no van a causar ningún daño a la salud de los consumidores".
Las medidas son temporales y su duración dependerá de lo que dicten las mediciones de radiación, dijo Edano, que subrayó que ahora lo prioritario es "solucionar la situación en la planta nuclear".
Los problemas con los reactores de la central de Fukushima 1, cuyo sistema de refrigeración quedó dañado por el terremoto y el tsunami de hace diez días, no ceden y obligan a medir a diario en toda la zona los niveles de radiactividad, que según el Gobierno no han aumentado.
Los controles han detectado la existencia de sustancias radiactivas en el agua de nueve provincias, incluida Tokio, la capital, aunque también en este caso las autoridades insisten en que los niveles están muy por debajo de los límites y no representan peligro.
La única excepción se da en la propia provincia de Fukushima, donde las autoridades recomiendan no beber agua corriente. AcontecerCristiano.Net
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