EE.UU.- Ningún mandamiento impide rentar la propiedad de Dios, menos si se trata de dar de comer a las personas necesitadas. Al menos así lo cree el pastor Chris Estévez, cuyas iglesias se rentan al mejor postor.
Como otros ministerios, la avalancha de personas que llegaban a su congregación pidiendo comida y albergue parece no tener fin. Lo que sí estaba en el fondo eran las donaciones.
La solución estaba en el tamaño de su iglesia. Los casi 28,000 pies cuadrados del edificio donde ofrece sus servicios religiosos en Rancho Cucamonga, San Bernardino, California, se arriendan ahora en porciones o en su totalidad a otros grupos religiosos.
Estévez notó que varios pastores estaban enfrentando dificultades para cubrir las altas rentas de los locales donde llevaban a cabo sus servicios religiosos, sin imaginar que esos problemas se transformarían en soluciones para él.
El pastor comenzó por rentar una parte de su iglesia en Corona a otros predicadores. Desde el primer mes el proyecto generó 3,500 dólares, una cantidad que le han permitido solventar dos de sus programas más importantes, un banco de comida, Harvest House, y el grupo de apoyo CARE, que provee ropa y asistencia a los desamparados.
“Con este escenario de desastre económico los especialistas pueden decir que estamos en el camino a la recuperación, pero esa no es la situación de las iglesis. A nosotros por lo menos nos quedan otros dos tortuosos años para lograr ver la luz, estadísticamente está demostrado que los necesitados no están recurriendo al estado sino a sus iglesias en busca de ayuda”, explica el religioso.
El condado de San Bernardino, donde se ubican el ministerio de Estévez, redujo en 10.5 millones de dólares los servicios del Departamento de Salud Mental, que ofrecía consejería, albergue y comida a veteranos de guerra, desamparados y discapacitados mentales.
Más de 3,000 pacientes se vieron afectados y pasaron a depender del condado a la ayuda pública. Los cortes obedecieron a la disminución en el número de licencia de vehículos en el condado y a la baja en los ingresos por ventas de impuestos, dos de las principales fuentes que alimentan los programas de salud mental en el condado de San Bernardino.
Estévez está convencido de que el remedio no es llorar, sino buscar soluciones. Y así lo anuncia en los periódicos: “Se renta iglesia”. AcontecerCristiano.Net
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