Orar y leer la Biblia se considera una vulneración de la separación de Iglesia y Estado en Estados Unidos, pero a pesar de ello, ya son 170 las escuelas públicas que están impartiendo una asignatura sobre las Sagradas Escrituras.
En el temario, se examina sobre todo la importancia y el impacto de la Biblia en la civilización occidental, algo que se ha considerado una formación fundamental para los alumnos.
Se trata, por tanto, de una enseñanza «no confesional» de la Biblia. El libro de texto es el mismo para todas las escuelas públicas –más de 470– que han decidido acogerse al Bible Literacy Project, un proyecto que defiende las virtudes de estudiar la Biblia, atendiendo a su trascendencia histórica, cultural y social.
Para llevar adelante el proyecto, contaron con la voz a favor del juez Thomas Clark. «Lo dicho hasta aquí no significa que el estudio de la Biblia o de la religión, cuando se presente de manera objetiva como parte de un currículum laico, vulnere la Primera Enmienda. Ciertamente, se puede decir que vale la pena estudiar la Biblia».
Esta es la base legal que ha permitido a Sarah Jenislawski crear el Bible Literacy Project. Y lo hace con el apoyo de numerosos profesores de literatura de las universidades de Yale, Harvard, Princeton, Stanford o Berkeley.
En efecto, en una encuesta de 2006 realizada por el Bible Literacy Project, todos los profesores encuestados dijeron estar de acuerdo con la frase «con independencia de la fe de cada uno, una persona educada necesita conocer la Biblia».
Algo lógico si se tiene en cuenta que sólo las obras completas de Shakespeare contienen 1.300 referencias bíblicas. Lo mismo podría decirse de tantos escritores e incluso líderes políticos (por ejemplo, Martin Luther King Jr.), cuyas obras serían incomprensibles sin un conocimiento mínimo de la Biblia.
Para evitar la tentación de proselitismo en las aulas, explica Jenislawsk, los profesores que imparten esta materia deben limitarse a seguir el libro de texto The Bible and Its Influence; un manual que fue revisado por una comisión de juristas, profesores de escuelas públicas y miembros de distintas confesiones (evangélicos, protestantes, católicos, ortodoxos, judíos...). Además, los profesores reciben formación para garantizar la enseñanza no confesional de la Biblia. Saben, por ejemplo, que si un chaval les plantea alguna duda de fe deben remitirle a sus padres. AcontecerCristiano.Net
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