Rusia.- El “mesías” ahora imparte enseñanzas en 30 templos que albergan a unas 4 mil personas en Rusia. Su iglesia del Último Testamento, que dice ser una síntesis de las religiones monoteístas y del budismo, se expande en armonía con la naturaleza.
“Visarion el Profesor”, un ex agente de tránsito, que luce barba oscura y cabello largo, se autoproclamó reencarnación de Jesús y se instaló en una nueva Tierra Santa, en un lugar aislado de Siberia, junto a sus fieles.
Este hombre, que según él se supo hijo de Dios hace 20 años, atraviesa la masa de fieles que se congregaron en Petropavlovka, un pueblo de la región de Krasnoiarsk, para ver a su salvador, que se dirige a ellos.
“¡Es el amor en la Tierra! ¡Lo sentís?, grita un hombre ante la masa de miles de peregrinos venidos este 18 de agosto, una fecha célebre cada año en recuerdo del primer sermón de Visarion, que en realidad se llama Serguei Torop.
Los 4.000 fieles, que según ellos viven en comunión con la naturaleza, rechazando sobre todo la carne, el alcohol y el tabaco, se ven como una nueva arca de Noé, ya que están convencidos que el hombre está destruyendo el planeta y que Petropavlovka, el centro de la Tierra, se salvará del desastre.
“Siento que la energía aquí será suficiente para salvar al planeta del cataclismo”, explica Irina Besseda, de 38 años.
Visarion, quien afirma que se dio cuenta de que era Jesús al sentir que “algo violento surgía” en su interior en 1989, es menos optimista: seguro de que la catástrofe es inevitable, su modesto objetivo es evitar la extinción de la especie humana.
“El hombre se acerca cada vez más a su destrucción. Será muy desagradable y trágico, habrá mucho dolor, pero es ineluctable”, dice Visarion.
Visarion cambió el calendario para hacerlo empezar en el día de su nacimiento, el 14 de enero de 1961, y sus fieles viven en 1949.
“Tenemos que creer en algo que ayudará a salvar a la Humanidad (…) un arca de Noé”, añade el gurú, que cree que la cara del mundo cambiará, pero que Petropavlovka sobrevivirá sin grandes cambios, más allá del clima, que será más suave.
Su iglesia del Último Testamento, que dice ser una síntesis de las religiones monoteístas y del budismo, no recluta fieles sólo en Rusia, sino también en Bielorrusia, Cuba, Italia, Alemania y Bulgaria.
En Europa “hay de todo, cocktails, conciertos, gente interesante (…) es simpático, pero eso no es lo que buscaba mi alma”, explica Lineta Maskalinaite, una lituana de 43 años, que hace dos dejó su trabajo en Bruselas.
Los creyentes parecen estar bien instalados, las casas de madera son nuevas y los paneles solares suministran electricidad a los hogares. Pero esta presentación idílica deja dubitativo al experto ruso en cultos Alexandre Dvorkin.
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