Familiares de estas personas informaron a LA TRIBUNA que algunos lloraron, se embriagaron y otros hasta abandonaron sus viviendas, porque la promesa del supuesto “Jesucristo hombre” quedó en una burla.
Aunque pasó el sábado, la esperanza para los seguidores de Miranda era que en la madrugada del domingo sucedieran las transformaciones y que este lunes ellos estarían controlando el sistema mundial.
Miranda había prometido a sus adeptos que “la gran ramera (en alusión al Vaticano) arderá en llamas y sería destruido, los medios de comunicación lo iban a registrar en todos los idiomas y las naciones que simpatizaban con este sistema religioso quedarían perplejos”.
Además, que los gobernantes de todas las naciones quedarían desorientados y sin rumbo, sin hallar una solución, mientras que los millones de seguidores de las tradicionales religiones y que hicieron caso omiso al llamado de Jesucristo hombre se lamentarían y llorarían.
Aseguraban que el mundo entero se encontraría en un caos y la misma Tierra sufrirá las consecuencias de la desobediencia al evangelio de Creciendo en Gracia, y por la mañana aparecería “Jesucristo hombre” transformado después de muchos sufrimientos y burlas tal y como lo profetizó el apóstol Pablo.
Los adeptos llegaron a asegurar que al siguiente día de su transformación nacería un nuevo gobierno de justicia y equidad para las naciones, todo a un orden perfecto, los climas cambiarían, los límites volverían a establecerse, los animales convivirían libremente sin importar su especie.
En las ciudades desaparecerían los hospitales, las cárceles iban a quedar vacías y todas las sinagogas del mundo serían destruidas.
En sus creencias, la gente comenzaría a vivir en perfecta armonía en el nuevo mundo de escogidos que habían sido predestinados para esa nueva era, los que se marcaron con el “666” o “SSS” estarían con el “rey de reyes” gobernando y todos serían convertidos en inmortales.
El tiempo fue quien se encargó de burlarse de estas falsas profecías y acabar con una secta que obligó a sus seguidores a tatuarse con el 666 y muchos llegaron al grado de marcar a sus hijos, quienes han sufrido discriminación en la sociedad y en sus centros educativos por las ideas fuera de lugar de sus padres.
Las autoridades exigieron a los adeptos a esta secta dejar de engañar a la gente, porque son seguidores del diablo. AcontecerCristiano.Net
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